MÉXICO, 16 Sep (EUROPA PRESS)
La formación del agujero de ozono antártico en 2024 experimentó un retraso inusual en su aparición, según revelaron las observaciones del Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus (CAMS). Este fenómeno, atribuido a las perturbaciones en el vórtice polar causadas por dos episodios de calentamiento estratosférico repentino en julio, no sugiere una recuperación de la capa de ozono, sino más bien resalta la variabilidad natural de los factores atmosféricos que favorecen su formación.
Los datos del CAMS indicaron que los valores totales de la columna de ozono en gran parte de la región antártica se mantuvieron mayormente por encima de las 220 unidades Dobson, el umbral utilizado para definir la existencia del agujero de ozono antártico, extendiendo el período sin un agujero significativo. A pesar de esto, para el 13 de septiembre de 2024, la extensión total del agujero de ozono se calculó en 18,48 millones de km2, tamaño menor en comparación con los registros de años anteriores para la misma fecha.
La importancia de observar y entender la dinámica detrás de la formación del agujero de ozono antártico radica en su impacto sobre la capa de ozono estratosférica, una barrera crucial que protege la vida terrestre de la radiación ultravioleta perjudicial. Cada año, durante la primavera del hemisferio sur, se observa este fenómeno atmosférico que, bajo condiciones meteorológicas normales, comienza hacia finales de agosto y se resuelve hacia fines de noviembre.
Laurence Rouil, director del CAMS, subrayó la complejidad de los factores que influyen en la formación del agujero de ozono, desde el cambio climático hasta los volcanes, pero recalcó que "las sustancias antropogénicas que agotan la capa de ozono tienen el impacto más significativo". También resaltó el papel fundamental que juega el Protocolo de Montreal, el cual se estableció para prohibir y controlar las sustancias que agotan la capa de ozono. Este acuerdo internacional, celebrado anualmente el 16 de septiembre en conmemoración de su firma en 1987, es considerado un éxito mundial en los esfuerzos por prevenir el deterioro adicional de la capa de ozono y promover su recuperación a largo plazo.
A pesar de los desafíos que aún presentan fenómenos como el agujero de ozono antártico, el compromiso internacional y la continua vigilancia científica, representadas por iniciativas como el Protocolo de Montreal, ofrecen esperanza en la preservación y recuperación de la capa de ozono para futuras generaciones.