MÉXICO, 4 Oct (EUROPA PRESS)
El paso del tiempo trae consigo cambios significativos y uno de los más relevantes en nuestra historia ocurrió un 4 de octubre hace 442 años, marcando el fin del uso del calendario Juliano y dando inicio a la implementación del Calendario Gregoriano, que permanece hasta nuestros días. Este cambio fundamental transcurrió entre un jueves, el último día bajo el antiguo sistema, y el viernes, declarado ya 15 de octubre, eliminando de golpe diez días del calendario.
La necesidad de esta reforma surgió en el Concilio de Trento, que buscó ajustar el calendario para corregir el desfase acumulado desde el Concilio de Nicea en 325, que había determinado el cálculo para la celebración de la Pascua y otras festividades móviles. La finalidad era realinear el calendario civil con el astronómico, haciendo coincidir las fechas con el año trópico, lo cual demandaba medidas de corrección específicas.
La discrepancia entre el calendario Juliano y el astronómico se debía a un ligero error en el cálculo del año trópico, considerado en el calendario Juliano como de 365,25 días frente a los 365,242189 días calculados de manera más precisa. Este error generó un desfase de diez días entre el año 325 y 1582.
Para resolver esta diferencia, se introdujo el sistema gregoriano, con un método revisado para calcular los años bisiestos. Los años cuyo final es divisible por 4 son bisiestos, con excepción de los que terminan en centenas que no son divisibles por 400. Por ejemplo, el año 2000 fue bisiesto, pero el 2100 no lo será, asegurando una medición del tiempo más precisa.
La adopción del calendario gregoriano fue inmediata en las naciones católicas de Europa, pero encontró resistencia en los territorios protestantes, que lo aceptaron hasta el año 1700, seguidos por Gran Bretaña en 1753, Japón en 1873, y finalmente Rusia, ya en la era soviética, en 1918. Este cambio no solamente ajustó la cuenta de los días, sino que redefinió la forma en que el mundo entiende y vive el paso del tiempo.