Mariana Morales
Agencia Reforma
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, Chiapas 21-Oct-2024
El sacerdote indígena Marcelo Pérez, quien fue ejecutado el pasado domingo tras oficiar misa en el barrio de Cuxtitali, era reconocido por su labor en la defensa del ambiente contra la explotación minera y su activismo en busca de la paz en Chiapas, donde denunció el dominio del narcotráfico.
En febrero de 2015, Juan Carlos Salinas Prieto, que coordinaba el proyecto del Servicio Geológico Mexicano (SGM), envío un documento al entonces párroco de Simojovel para pedirle su intervención ante los tsotsiles a fin de entrar a explorar sus tierras y así mapear el potencial minero en esa región norte de Chiapas.
Meses después, Marcelo encabezó una peregrinación con unos 10 mil indígenas desde Simojovel hasta Tuxtla Gutiérrez, capital del estado, para rechazar públicamente la exploración y explotación minera, además aprovecharon para denunciar el bajo precio del kilo del ámbar y el tráfico de armas.
"Cantemos, no tenemos miedo, un pueblo organizado nunca será vencido.. ¿a quién le favorece la corrupción?", dijo Marcelo aquella mañana de invierno, tras denunciar que un par de hombres se había infiltrado en el recorrido con el fin de asesinarlo.
"El padrecito es chingón", exclamó un indígena cuando la peregrinación culminó en Tuxtla Gutiérrez.
En ese mismo año, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos emitió medidas cautelares para que el Estado mexicano garantizará la vida y la seguridad del sacerdote, quien era originario de San Andrés Larráinzar, en los Altos de Chiapas.
Pérez también era parte del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas. Aún así no vivía escondido, era común verlo caminar por las calles de San Cristóbal de las Casas.
Le gustaba usar una boina negra y un telar con bordado chol que se colgaba en el cuello cada vez que peregrinaba por la paz en Chiapas, como sucedió el 13 de septiembre pasado, cuando encabezó una peregrinación para exigir el fin de la violencia en el estado.