MADRID 21 Ene. (EUROPA PRESS) -
El consejero delegado de UniCredit, Andrea Orcel, ha advertido este martes de que la banca europea se encuentra en una situación de "desventaja competitiva" respecto de las entidades estadounidenses que operan en el Viejo Continente, ante la menor regulación que estas afrontan en comparación con los bancos nativos de Europa.
"Una desregulación excesiva no es una buena idea... una regulación insuficiente tampoco es una buena idea. Es necesario encontrar el equilibrio adecuado", ha defendido el banquero en una entrevista con Bloomberg, recogida por Europa Press.
En este sentido, Orcel ha advertido de que, en este momento, la expectativa es que Estados Unidos estará muy por delante de Europa en términos de estar menos regulado, y dado que los bancos estadounidenses operan en Europa, "eso nos pondrá en desventaja competitiva".
A este respecto ha añadido que, a pesar de que hay mucho debate sobre hacia dónde irá la regulación, por el momento los indicios son que Europa mantendrá su rumbo en materia de regulación y se mantendrá en la posición en la que se encuentra.
"Si se mantiene esta situación, es algo con lo que podemos vivir y eso es correcto. Si continúa endureciéndose, entonces se convertirá en un problema", ha avisado.
De este modo, el banquero ha defendido que Europa necesita crecimiento y hay que repensar cuál es la visión y la estrategia para el continente, ya que sin crecimiento se quedará atrás. "Ya estamos atrás", ha reconocido.
En este escenario, el consejero delegado de UniCredit considera que si los bancos europeos no son lo suficientemente fuertes ni son lo suficientemente grandes o están regulados de manera demasiado estricta y no hay una unión del mercado de capitales, Europa podrá tener todos los planes del mundo, "pero no vamos a poder financiarlos".
"Creo que nuestra mayor debilidad es que no somos capaces de decir: Estas cinco cosas las vamos a poner en común porque podemos beneficiarnos más haciéndolo juntos que por separado", ha resumido para señalar que siempre hay flexibilidad en cómo y cuándo cada Estado implementa las reglas, lo que desemboca en una fragmentación e incapacidad para construir industrias que se extiendan por toda Europa.